El sentido de la vida
Llegamos al final de esta serie de tres artículos titulada El camino, la verdad y la vida. A todos los que habéis caminado conmigo, quiero daros muchas gracias por haber llegado hasta aquí. Sin más dilación, vamos con la tercera y última parte de esta serie.
Parte 3: Ravi.
Una de mis mayores debilidades es la política. Me encanta debatir ideas con los demás, aunque, muy a mi pesar, algunas de mis conversaciones han generado conflictos con otras personas. Por fortuna, el Señor me está ayudando cada día a mejorar esta actitud, enseñándome a escuchar antes de hablar y a evitar las rencillas.
Dicho esto, de vez en cuando aún me doy el gustillo de ver algún video, conferencia o entrevista por internet de mis comentaristas favoritos. Uno de ellos, Dave Rubin, lleva un canal de Youtube en el que se dedica a entrevistar a todo tipo pensadores. Sin embargo, de todos los episodios de su programa, tan solo uno ha logrado tener un impacto extraordinario en mi. El invitado era un hombre llamado Ravi Zacharías, y el tema de la conversación fue el sentido de la vida.
Ya había escuchado sobre este filósofo cristiano cuando estudié apología o defensa de la fe en mi seminario bíblico. Sabía que era una eminencia dentro del mundo de la filosofía cristiana, que tenía grandes ideas y que había fundado su propio instituto, pero nunca llegué a comprender de verdad lo importante que era este hombre para el mundo de la defensa de la fe hasta esta entrevista.
En ella, los espectadores tuvimos la oportunidad de conocer a la persona que era Ravi Zacharías. Durante el seminario, me presentaron a un hombre sabio, capaz de responder a las preguntas más complicadas del cristianismo. Pero esta entrevista me ayudó a ver que detrás de la inmensa sabiduría de Ravi tan solo hay un ser humano corriente, al que se le ha concedido un hermoso regalo.
En sus propias palabras, Ravi nos explica un poco el contexto sociopolítico indio, que es la cultura de la que procede su familia. En este país, la excelencia académica es fundamental para tener un buen estatus, es decir, todos aquellos miembros de la sociedad que no logren superar ciertos estándares son motivo de deshonra para su familia.
A los diecisiete años, Ravi sufrió una serie de fracasos consecutivos que le condujeron a un intento de suicidio. Según él, su vida no tenía sentido y le disgustaba el sentimiento que le producía esta realidad. Por esta razón, Ravi trató de acabar con su agonía ingiriendo veneno. No obstante, también fracasó en su intento por acabar con su propia vida. Su cuerpo rechazó el veneno, y sufrió una reacción violenta. Esto proporcionó a los que estaban con Ravi el tiempo suficiente para llevarlo al hospital.
En esos momentos, su condición física abrió su corazón para escuchar las palabras que le decía la gente que le venía a visitar. Un día, vino un hombre con una Biblia en la mano. Este señor abrió el libro por el capítulo 14 del evangelio de Juan, y leyó el versículo 19. En este pasaje, Jesús dice lo siguiente a sus apóstoles:
Dentro de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero ustedes me verán, y vivirán porque yo vivo.
De pronto, Ravi oró diciendo: Jesús, si tú me estás ofreciendo la vida que nunca he tenido, yo quiero esa vida. Así fue cómo comenzó su viaje de un joven fracasado, a filósofo de renombre, y todo comenzó el día en el que encontró el propósito que tanto necesitaba.
En los artículos anteriores hemos hablado sobre el camino para llegar a Dios y la verdad sobre la condición del hombre. Sin embargo, estos relevantes temas palidecen en comparación al que trataremos de abordar a continuación: el sentido de la vida.
Una de las mayores verdades absolutas es que en algún momento todos tenemos que hacernos la siguiente pregunta: ¿por qué estoy aquí? Además, todos necesitamos dar con una buena respuesta.
El significado de nuestra existencia no puede sostenerse con fundamentos perecederos. Con esto quiero decir que una tarea tan importante como encontrar el sentido de la vida no puede basarse en cosas materiales o ideas que cambian o desaparecen con el tiempo. Como dijimos en el artículo anterior, de ser así, el sentido de nuestra vida se marcharía con estas ideas.
El testimonio de Ravi nos explica este concepto con maestría. Al principio, él basó el significado de su existencia en el éxito académico, pero cuando este éxito no se presentó, el sentido de su vida desapareció.
Tan solo podemos tener una vida plena cuando el fundamento de ella es sólido y eterno. Entonces es cuando debemos considerar el concepto de Dios.
No existe ningún ente ni material o inmaterial que se pueda comparar a Dios. Ningún ser humano podrá jamás alcanzar la perfección. No obstante, Dios es y será para siempre perfecto en todas sus facetas.
Por lo tanto, Dios es sin duda el único fundamento sólido para basar el sentido de la vida. Ahora bien, en cuanto otorgamos a Dios el lugar que le corresponde, Él nos colma de bendiciones. No nos promete que nuestra vida terrenal será fácil, pero Él siempre estará cerca de los que le invocan; inundará sus días con su amor; guiará sus pasos; convertirá su lamento en baile; enjugará sus lágrimas y, un día, les abrirá las puertas del cielo y los recibirá con los brazos abiertos.
En el momento en el que estoy escribiendo estas palabras, el mundo ha recibido la amarga noticia de que Ravi se ha marchado para estar con el Señor. Tras varias décadas de servicio a Dios, por fin está disfrutando de su presencia. Pero tampoco nos pongamos muy tristes, pues porque Jesús está vivo, Ravi también lo está.
Cristo hoy llama a tu puerta y te ofrece el mismo regalo que le hizo a Ravi en su día: que por medio de Él tengas vida eterna y en abundancia.
Alan Cook