Joven fui y he envejecido

En estos días estoy viviendo diferentes cosas que me llevan a pensar en el siguiente texto:

Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. - Salmo 37:25

En primer lugar: lo que fuimos y ya no somos

El mes pasado cumplí 73 años. Me parece mentira. ¡Cómo han pasado los años sin darme cuenta! ¡Si antes de ayer era joven! Si eres joven, seamos realistas, no tardarás en hacerte mayor, el tiempo pasa volando. Lo que debes hacer es caso del consejo del Predicador: 

Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios… Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad… Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años en los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento. - Eclesiastés 11:9-12:1

Si quieres, pues, una juventud provechosa, alegre y tranquila debes dejar que tu vida sea guiada por Dios.

¿Con qué limpiara el joven su camino? Con guardar tu Palabra. - Salmo 119:9

Estas son las claves de vivir una buena juventud.

En segundo lugar: he envejecido

Acabamos nuestros años como un pensamiento. Los días de nuestra edad son 70 años. Si en los más robustos son 80 ó 90, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan y volamos… Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría. - Salmo 90:9-12

Recuerdo muchas veces que mi padre decía: “es malo llegar a viejo, pero es peor no llegar”. La vejez nos va a llegar a todos si no fallecemos antes. Lo importante es que lo que nos quede de vida lo vivamos como Enoc:

Caminó Enoc con Dios.- Génesis 5:24

Alguien dijo: “vive de tal manera que cuando faltes te echen de menos”.

Corona de honra es la vejez que se encuentra en el camino de la justicia.- Proverbios 16:31

No temas envejecer, más bien prepárate para vivir una vejez con propósito.

En tercer lugar: no he visto justo desamparado

El término justo se refiere a una persona creyente, piadosa. En la Biblia tenemos muchos casos en los que vemos la provisión de Dios en los momentos de mayor necesidad y más inesperados. Pero ya que se trata de mis confesiones, puedo atestiguar que esta ha sido mi experiencia en más de una ocasión. 

Solo voy a contar un caso de los muchos que podría exponer:

Cuando llevaba un par de años en Barcelona, estaba con mi compañero vendiendo ropa de hogar por las casas, y me salió la oportunidad de ir a estudiar la Biblia a Madrid. Se trataba de un cursillo intensivo.

El Señor proveyó de un joven que hacía poco que había llegado a Igualada y trabajaba de camarero en un hotel. Este chico estuvo dispuesto a hacer mi trabajo por las tardes después de salir del suyo durante el mes que iba a estar en Madrid.

Cuando estuve allí me enteré de que inmediatamente después del curso al que había ido yo, había otro también con un mes de duración. Pero yo estaba empezando mi negocio y ganaba poco, no tenía dinero para pagármelo, aunque me hubiera encantado quedarme.

Estando ese mes en Madrid aproveché para ir a Béjar a ver a mis padres y ellos me dieron un dinero que yo no esperaba. Mi tía Paquita me dio también dinero para comprarme un traje, cosa que hice en Madrid con mi prima Amalita. Los hermanos de la Iglesia de Tárrega también me dieron una ofrenda.

El resultado fue que pude quedarme al segundo cursillo, me compré un traje y aún me quedaron cinco mil pesetas que gasté en la compra de libros de estudio bíblico.

No he visto justo desamparado.

Lleva ante Dios tus problemas y pon tu confianza en él y verás su mano obrando. Eso dice el Salmo 37:

Encomienda a Dios tu camino, confía en Él y Él hará. - Salmo 37:3-5

Final

Me gustaría terminar con una poesía de una señora dominicana de 102 años llamada Mª Cristina Camilo:               

Llegó la tarde

Aquí no hay viejos,

Solo nos llegó la tarde.

Viejo es el mar y se agiganta,

Viejo es el sol y nos calienta,

Vieja es la luna y nos ilumina,

Viejo es el amor y nos alienta…

Aquí no hay viejos,

Solo nos llegó la tarde.


Agustín Vaquero