Job
Job fue declarado por Dios como un siervo fiel y justo. Sin embargo, sufrió como ningún otra persona en la Biblia.
Job perdió sus hijos, sus bienes y finalmente hasta su salud.
Su mujer muy enfadada le decía: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.”
A lo que él respondía: “Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.” Job 2:9-10.
Fueron tres amigos para consolarle y no hicieron más que equivocarse, acusándole de merecer lo que le pasaba por culpa de su maldad.
La historia termina con Job muy bendecido con nuevos hijos y grandes riquezas, pero yo quiero resaltar especialmente su gran esperanza y seguridad para el futuro. Job no perdió su fe aun estando en medio de la prueba.
Yo sé que mi Redentor vive, y al fin me levantará sobre el polvo: Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí. - Job 19:25-27
No en vano Job pudo decir al final de su terrible prueba que todo aquello le había servido para conocer a Dios de una forma personal y no solo de oídas.
Dios nos ama y desea que todos seamos salvos; y para ello dirige nuestras vidas y nos llama a venir a Él. Dios quiere que le conozcamos personalmente y usa todo lo que sea necesario para llamar nuestra atención.
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. - Hebreos 3:7-8
Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. - 1ª Timoteo 2:3-6
Si estás en medio de una prueba que no comprendes, clama a Dios y pide que te revele su amor y esperanza. Él nunca desecha un corazón contrito y humillado. Ha venido a sanar a los quebrantados, heridos y necesitados.
Testimonio de Job, personaje de la Biblia, escrito por Agustín Vaquero.