¿Dónde está el Empire State Building?
Después de vivir casi dos años en Nueva York, siento que todavía no conozco la ciudad. Si nunca has visitado este lugar, es una inmensa jungla de hormigón y hierro donde puedes correr durante horas y aun así sentir que no te has movido nada. Cuando yo vivía en la humilde ciudad de Béjar (Salamanca), solamente necesitaba diez minutos a pie para llegar a sus hermosos campos y disfrutar de hectáreas y hectáreas de bosques y pastos. Nueva York, sin embargo, es otra historia. Aquí todo es grande. Las calles son grandes, los coches son grandes, la comida es grande, y que Dios me perdone por lo que voy a decir, pero por esa razón aquí la gente suele ser grande también.
Al ser tan enorme, esta ciudad cuenta con múltiples lugares de interés para los miles de turistas que vienen a pasar sus vacaciones cada año. Desde el entrañable zoo del Bronx, pasando por el solemne monumento a las torres gemelas, la magnificencia de Liberty Island, hogar de la archi-famosa estatua de la libertad, hasta las coloridas montañas rusas de Luna Park en Coney Island… Por todos los lados hay algo que ver y visitar.
Sin embargo, cuando uno vive en Nueva York, no suele pararse a admirar todo lo que esta ciudad tiene que ofrecer. Pero todo eso cambió cuando mi hermana Ruth vino a visitarme por mi cumpleaños. Nada se puede comparar a las portentosas vistas que disfrutamos cuando fuimos juntos al parque Dumbo, situado al norte de Brooklyn. Desde allí, se pueden apreciar los mejores monumentos arquitectónicos que la ciudad tiene que ofrecer, incluyendo los puentes más importantes, la Estatua de la Libertad, e incluso se podía apreciar, entre la multitud de rascacielos, la presencia del Empire State Building, el edificio más representativo de la ciudad.
Con más de cien años de antigüedad, 102 pisos y 443 metros de altura en total, este edificio se erige aún hoy en día como uno de los símbolos indiscutibles de Nueva York. Además de eso, al ser tan sumamente enorme, se puede ver desde múltiples calles de la ciudad, incluso estando a kilómetros de distancia. Pero no me di cuenta de este hecho hasta que mi hermana y yo lo vimos visitando mi librería favorita.
Para mí fue una enorme sorpresa encontrarme esa maravilla de la arquitectura en un sitio que yo suelo frecuentar, puesto que nunca me había fijado. Pero allí estaba el edificio más importante de la ciudad, justo delante de mis narices. Desde ese momento, he comenzado a jugar a un pequeño juego al que le puesto el siguiente nombre: “¿Dónde está el Empire State?”
El objetivo de mi juego es muy simple: encontrar el máximo número de rincones y calles desde los cuales se pueda apreciar este monumento. Ahora me lo encuentro hasta en la sopa.
Mi hermana y yo lo vimos en Bryant Park. Lo encontré de camino al lugar donde trabajo; en Central Park… A veces, me da la impresión de que el Empire State me está persiguiendo por todas partes por la cantidad de veces que lo he visto en diferentes lugares.
Pero sin duda alguna, el sitio más sorprendente donde he llegado a verlo fue precisamente en el lugar que más he frecuentado desde que estoy aquí. Hace unos días, volviendo del trabajo, lo vi al salir del tren en una de las estaciones de Kings Highway (calle contigua a donde yo vivo en Brooklyn), a unos veintidós descomunales kilómetros de distancia. Y no solo eso, esa vista del Empire State estaba a cinco minutos andando de mi casa.
Encontrarme a este edificio en tantos lugares que frecuento de Nueva York me ha hecho reflexionar sobre mi relación con Dios. ¿Cuántas veces he pasado por situaciones en las que no me he fijado que Dios estaba allí conmigo? ¿Cuántas veces he pasado por las mismas pruebas y he ignorado por completo la presencia de Dios en medio de ellas?
He de confesar que muchas veces he pasado por situaciones difíciles, y con mucha amargura y dolor de corazón le he hecho la siguiente pregunta: “¿Dónde estabas tú en medio de mi sufrimiento?”.
Desde que llegué a Nueva York, he pasado por todo tipo de pruebas. Estuve trabajando en un sitio donde tanto mis compañeros de trabajo como mis jefes, e incluso los alumnos a los que daba clase, me humillaban a diario, trabajando prácticamente sin descanso para responder a las incesantes demandas de mi directora. Me operaron de glaucoma, y me dejaron durante varios meses con un dolor intenso al tener que coser mi ojo tras la operación. Para colmo de males, la chica con la que estaba saliendo me dejó, haciéndome caer en una espiral de ira y dolor de la cual aún me estoy recuperando.
Todas estas situaciones han dejado su huella en mi corazón, pero a pesar de todos mis traumas, el señor ha sido muy misericordioso al proporcionarme aliento a través de su palabra. Josué 1:9 dice:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Estas palabras están dirigidas a Josué, a quien se le encomendó la tarea de conquistar un país y llevar al pueblo de Israel a la Tierra que Dios les había prometido. La misión de Josué no fue para nada fácil. Hubo muchas batallas que él tuvo que librar antes de que Israel se estableciese de forma definitiva en la Tierra Prometida. Sin embargo, él contaba con una herramienta poderosa: la promesa de que Dios iba a acompañarlo adondequiera que él fuera.
Querido lector, hoy quiero animarte a buscar dónde está Dios en tu vida. Puede parecer que simplemente no está, pero si te fijas bien, hay una amplia posibilidad de que llegues a la misma conclusión que yo cuando le pregunté dónde estaba Él en medio de mis pruebas. Dios estaba allí mismo, moldeándome, desarrollando mi madurez y mi paciencia, haciéndome más fuerte con cada batalla, pero también estaba allí, reconfortándome cuando mi jefa me dijo que no iba a renovar mi contrato. Estuvo a mi lado agarrando mi mano cuando estaba en aquella mesa de operaciones con un bisturí abriéndome el ojo. Y aún está conmigo ahora mismo, cubriendo mi necesidad de sentirme querido con su incalculable amor. Y es que Dios nos ha amado tanto que entregó a su Hijo en la cruz para que nosotros podamos ahora gozar la oportunidad de conocerlo más y de estar con Él por toda la eternidad.
Así que, la próxima vez que te preguntes dónde está Dios, fíjate bien. Está allí contigo, aunque en ese momento no lo puedas ver. Quizás te ocurra como a mí con el Empire State y empieces a verlo por todas partes.
Alan Cook
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Si hay un monumento que define a la ciudad de Nueva York, esa es la Estatua de la Libertad.