El camino o El retorno de Danny

Hola a todos los lectores de COMPANION. Espero que estéis teniendo un buen día, y que el Señor os esté bendiciendo grandemente en estos tiempos tan turbulentos.

Este artículo que aquí os dejo será el primero de una serie de tres partes que se llama: El camino, la verdad y la vida. En ella vamos a reflexionar sobre varias ideas filosóficas y teológicas a través de estos tres conceptos. 

Hecha esta aclaración, os doy las gracias por comenzar este viaje conmigo. ¡Vamos a allá!

Parte 1: El camino o El retorno de Danny.

Me gustaría comenzar formulando una pregunta a todos nuestros lectores. ¿Has escuchado alguna vez una canción que te encoge el corazón cada vez que la oyes? Yo personalmente, puedo pensar en muchos ejemplos, sin embargo, hoy quiero centrarme en una de las más bellas composiciones de la música irlandesa.

Estoy hablando de Danny boy, una maravillosa obra del abogado británico Frederic Weatherly. Cuando su hermana le envió una copia del tema Londonberry Air, Weatherly tomó la melodía de este himno, y lo convirtió en una dulce carta de amor de un padre a su hijo. 

Se desconoce el contexto exacto de la historia que nos pinta Weatherly en la canción. No obstante, lo que sí podemos entender es que el hijo ha tenido que marchar, ya sea para participar en una guerra o por la diáspora irlandesa (se estima que alrededor de un cuarenta por ciento de la población nacida en Irlanda había dejado el país en 1890, diecisiete años antes de la redacción de la letra de esta canción). 

En 1913, Weatherly le pasó la canción a la cantante Elsie Griffin, quién logró que se convirtiera en uno de los temas más populares del siglo. Incluso en el presente, aún podemos ver la importancia de este tema musical puesto que, en su día, llegó a convertirse en un himno para todos los irlandeses americanos que se habían visto obligados a dejar su patria.

Habiendo pues revisado el contexto, vamos a ver sobre qué trata la canción.

Hay dos temas fundamentales que se contraponen recurrentemente de estrofa a estrofa. Estos son el duelo por la pérdida y el amor. Estas ideas se organizan en las cuatro estrofas con el objetivo de representar al amor como la respuesta al sufrimiento, es decir, al principio se nos habla de una situación relacionada con el dolor, pero en seguida la siguiente estrofa resuelve la situación con el tema del amor.

El padre de Danny es un hombre herido por la ausencia de su hijo. Su vida ha sufrido un giro cruel del destino que le ha separado de Danny, al que ama con un amor que nunca acaba. Cabe destacar lo que el padre dice en la segunda estrofa, que traducida al español viene a decir:

Pero vuelvas cuando el sol brille en el prado,

O cuando el valle luzca blanco y sin voz.

Esté yo aquí en la luz o en la sombra,

Oh, mi hijo Danny, así te amo yo.

De este modo, el autor nos describe el profundo cariño que siente este padre. Su afecto por Danny simplemente es eterno, pues está ahí en todas las épocas del año, y seguirá estando incluso después de su muerte. Y este amor es lo que empuja al padre a seguir esperando el retorno de su hijo, a pesar del dolor que le ha causado su separación.

Existe una historia que nos recuerda cómo es este amor del que habla la canción, y a pesar de haber sido escrita en el tiempo del Imperio Romano, el contenido de este relato sigue teniendo una enorme influencia en la vida de millones de personas hoy en día.

Estamos hablando por supuesto de la parábola del hijo pródigo, que se encuentra en el evangelio de Lucas, capítulo 15. Este relato nos habla de la relación de un padre con sus dos hijos, pero ahora, solo nos vamos a centrar en el hijo menor.

Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde». Y él les repartió sus bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Entonces, volviendo en sí, dijo: «¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores”». Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo a sus siervos: «Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». - Lucas 15: 11-24

Al principio, podemos sentir la tentación de pensar que el protagonista de la historia es en realidad el hijo. Sin embargo, como indica el teólogo Tim Keller en su libro “Dios pródigo”, el protagonista real es el padre, quien, incluso habiendo sido cruelmente traicionado y abandonado por su hijo, sigue amándole a pesar de todo. 

Esta no es la historia de un hijo que vuelve a casa, es la historia de un padre que espera pacientemente. Y cuando este hijo vuelve, su amor por él es capaz de mirar más allá de todo el mal que este hijo le ha causado, y lo redime sin pensarlo dos veces.

Este es el amor que siente Dios por el ser humano. 1 Corintios 13 nos describe las características que tiene el amor verdadero, de las cuales destacaremos las mencionadas en el versículo 7:

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. - 1 Corintios 13: 7

Este versículo es fundamental para entender el amor de Dios. El Señor es un padre que ama desmesuradamente a su hijo, tanto que está dispuesto incluso a sufrir por él, y aguarda su regreso con los brazos abiertos. 

Hoy, me gustaría invitarte a emprender un viaje de vuelta a casa. Tan solo hay un camino que te pueda llevar hasta Dios, y es Jesús. Cristo lo ha dispuesto todo para que podamos reconciliarnos con Dios. Lo único que tienes que hacer es arrepentirte de tus pecados, y humildemente venir a Él.

Alan Cook