4. ¡Cuánto amo tu ley!

Transcripción:

Es tiempo de caricias, es tiempo de amar, es tiempo de ver la importancia de nunca olvidar, ha llegado el tiempo.

Por eso COMPANION quiere compartir contigo el pan de Dios para tu alma.

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación! - Salmo 119:97

Esta mañana me levanté con un gran deseo de sentarme y buscar a Dios en su Palabra. En estos días de confinamiento he dedicado mucho tiempo a estudiar y meditar en las promesas y los mandamientos de Dios y no puedo negar que ha sido un tiempo muy bueno y refrescante.

Pero al coger mi Biblia y todos mis bártulos de estudio, (porque, si tú eres como yo, sabrás que no se puede leer sin al menos un lápiz y un papel) me vino a la mente este versículo del Salmo 119.

Mientras lo repetía una y otra vez, comencé a pensar en por qué amo la ley de Dios. Tengo completa certeza de que su ley es para mi bien; sé que en multitud de ocasiones ha traí­do paz y consuelo a mi alma, pero también soy consciente de que muchas veces me acerco a Dios y a su Palabra más como un hijo que viene de visita a buscar algo que necesita, que como uno que simplemente se presenta en casa porque anhela la compañí­a y la comunión de sus padres. 

Muchas veces me he preguntado si el hijo pródigo habrí­a vuelto a casa si no se hubiera acabado su dinero. También me pregunto si de verdad amaba a su padre o si volvió simplemente porque no tení­a otro sitio donde ir. Nunca lo sabremos, porque la parábola bí­blica no recoge ese tipo de detalles, pues no es lo que importa, ni lo que quiere enseñarnos... Pero lo que sí­ sé es que cuando fue a casa empujado por la necesidad, se encontró con un padre amoroso que le recibió con los brazos abiertos.

De la misma manera, sé que muchas veces voy a Dios obligada por mi necesidad y no siempre es porque simplemente quiero contemplar su hermosura y disfrutar de su presencia. Pero por su misericordia, me encuentro cada vez con ese Padre amoroso que abre los brazos para recibirme y decirme que me ama y está dispuesto a proveer para mis necesidades.

Es tiempo de abrazos, es tiempo del amor, que la esperanza del pequeño llegue al mayor, ¡ha llegado el tiempo!

Y ahora, el abrazo de COMPANION a los mayores en años y jóvenes de corazón.

Los que somos padres y abuelos entendemos muy bien esto. El hecho de que nuestros hijos nos hagan una visita y deseen pasar tiempo con nosotros nos honra. En esta sociedad en que el tiempo es el bien más preciado, el que nuestros hijos nos dediquen un rato de su tiempo dice mucho. De la misma manera cuando llegamos a la jubilación y las obligaciones laborales y familiares disminuyen, se ve claramente si la ley de Dios es de verdad nuestra delicia o no. Ya no nos quedan excusas para retrasar la visita a nuestro padre celestial.

Si de verdad queremos honrar su nombre y demostrar nuestro amor por su Palabra, pasar tiempo meditando en sus enseñanzas y escuchando su voz, será nuestro tesoro más preciado. Incluso después de toda una experiencia vital de años, nos queda mucho que aprender al lado de Dios.

Señor, te amo y amo tu ley y el deseo de mi corazón es crecer tanto en mi amor por ti que lo único que anhele sea estar a tu lado y contemplarte y disfrutar de ti en todo momento, no solo en los tiempos de necesidad. Aun así­, te doy infinitas gracias por las dificultades que permites en mi vida y que me llevan irremediablemente a ti.

COMPANION te ha ofrecido el abrazo de Dios para hoy.

Asociación COMPANIONComentario